«No revelar el origen del niño adoptado produce efectos perjudiciales en la persona y genera desconfianza e inseguridad entre padres e hijos. La edad ideal para comunicar a nuestro hijo que es adoptado es en los primeros años de vida.»
En relación a un caso real se comenta: «La relación con sus padres siguió dentro de los cauces de la normalidad. Supo que ellos querían hablar con ella mucho antes, pero fueron pasando los años y no fueron capaces. “Mis padres lo han hecho todo bien, solo una cosa que no han hecho ni siquiera mal, que es hablar. Esto es por miedo, por precaución, llámalo como quieras. Las cosas, al final, se tienen que resolver y los silencios, sean conscientes o inconscientes, sean secretos o por simple omisión, se tienen que romper”
Extraído de un artículo de María Abalo Gandía. Ver completo aquí