Carta para E.

Hace poco que has cumplido 9 años. Hace más de 5, en marzo de 2009, te llevé conmigo a una reunión en unas oficinas de la administración. Apenas eran las 9 de la mañana cuando unas mujeres te cogieron de la mano y se te llevaron. Empezabas una nueva vida con una nueva familia. Mientras, en una sala de al lado, yo intentaba convencer a esas funcionarias del error que estaban cometiendo.

Vives en una ciudad nueva, vas a un nuevo colegio. Te sacaron de mi lado y estás en otra familia seguramente ajena en aquel momento a  todo lo que dejabas atrás.

No he parado de luchar por ti ni un solo día y de todas las maneras que he sido capaz. Seguramente ese día, y los posteriores, pensarías que te abandoné, que te engañé cuando hacíamos planes para el fin de semana unos minutos antes.

Llegaste a mi vida con 6 meses de edad, tu familia biológica no podía hacerse cargo. Tienes otra hermana de sangre de la que no te puedo hablar porque nada sé.

Sí te puedo hablar de lo que compartimos esos tres años: Anabel, a la que querías con locura. Tus hermanitas Irene y Elena, docenas de amigos….

Me resulta muy extraño hablarte de esta manera, como un padre que no me dejaron ser. Poco sé de tu vida ahora. Me dicen que estás bien y eso me alegra profundamente. Tengo sentimientos muy contradictorios. Me revelaba ante la idea de que pudieras llamar papá (o papi) a otra persona. Pero por encima de todas las contradicciones sólo quiero lo mejor para ti.

Durante meses intenté que volvieras conmigo. Me acompañaron en ese intento docenas de personas. Pero no lo conseguí. No me dejaron.

Ha pasado mucho tiempo y ahora creo que has de ser feliz en tu familia. Nada deseo con más fuerza que eso: que seas feliz, que crezcas alegre. Que sigas igual de divertida. Que sigas observando lo que te rodea con curiosidad. Que no pares de preguntar.

Quiero que sepas que desde la distancia, sin que te des cuenta, hay muchísima gente que te quiere. Que te conoce porque les he hablado de ti, les he enseñado cientos de fotos y vídeos.

Quiero que sepas que nunca he tenido la sensación de haberte perdido, porque no ha pasado un solo día en que no estuvieras presente en mi vida.

Me gustaría devolverte el pasado que te arrancaron. Que nos arrancaron.

Todavía no he podido hablar con tus padres ni con tus hermanos, aunque para ellos sólo tenga palabras de agradecimiento porque han cuidado de ti.

Sé que no te lo han explicado todo y me gustaría, algún día, poderlo hacer yo.

He pensado mucho en el día en que nos volvamos a ver. Yo estoy preparado y te prometo que para ti será también un día especial, bonito, alegre. Aunque algunos se empeñen en lo contrario, tú no naciste con tres años y medio de vida.

Tú eres fuerte. Y yo  quiero darte tu pasado, no apartarte de nada de lo que no te quieras apartar.

Seguro que sigues teniendo unos ojos de color verde esmeralda preciosos. Yo sigo esperando el día en que nos volvamos  a ver…

Diciembre de 2014