La retirada
El 12 de marzo de 2009 la Administración de Cataluña decidió quitarme a Esmeralda, una nena de tres años y medio que llevaba tres conmigo.
Estábamos en un proceso de adopción que, a pesar de todos los informes positivos, no se podía consolidar porque la lentitud de los técnicos del ICAA (el Instituto Catalán de Acogimiento y Adopción) no permitía avanzar en medio de toda la burocracia. Años después, y delante de un juez, dirían: es que tenemos mucho trabajo y vamos haciendo…
Esmeralda llegó a mi vida en el 2006 con apenas 6 meses de edad. Era una nena preciosa, espabilada. Mi ex esposa y yo habíamos culminado un tortuoso camino que conocen bien todos los que se aventuran en una adopción.
Al cabo de unos años decidimos separarnos, como tantas otras parejas que se separan con un hijo de tres años. La entidad externa que hacía el seguimiento (Fundació Parlament, hoy ya desaparecida y que hizo suspensión de pagos) informó negativamente. Lo que antes era una máquina lenta que no consolidaba la adopción se movió rápido: el 10 de marzo de 2009 una visita rápida con la nena, el 11 un telegrama de que vuelva al día siguiente, y el 12 de marzo, a las 9 de la mañana, la retirada.
Acudo con la nena ese día a las oficinas de la Administración, en la Avenida del Paralelo de Barcelona. Allí me encuentro con mi ex esposa. Lleva 15 días sin verse con su hija porque así lo habían impuesto los técnicos del ICAA. La nena se lanza a sus brazos, le pregunta cómo está porque le hemos explicado (siguiendo las crueles indicaciones de estas técnicas) que su mamá está enferma. Tiempo después esta reacción de la nena se interpreta como “adultización de la menor”
Nos hacen pasar a una sala. A la nena se la llevan a otra. Ya no la vuelvo a ver nunca más. Nos reciben cuatro técnicas, a modo de tribunal, que no conocen a la nena de nada, no la han visto nunca! La persona que sí la conocía es apartada del caso.
Se va con lo puesto, un vestidito blanco que le puse yo esa mañana.
No vuelve más a su colegio, ni a su casa. Ni con sus amiguitos, no ve más sus juguetes. Empieza una nueva vida, le rompen todos los referentes.
Estas 4 técnicas, en un lenguaje difícil de describir nos dicen, resumiendo, que el proceso ha acabado y ya nos podemos ir a casa.
Yo intento por todos los medios explicarles que se equivocan. Que la nena es feliz, que está bien. Que nos den una oportunidad. Todo es en vano. Para tomar esta decisión no hablaron con la tutora del colegio (ni la conocían), ni con los pediatras de la nena, ni con mi familia, ni con mis amigos, no estuvieron en mi casa…
Salgo de allí desconcertado. Y empiezo el camino para recuperarla. Meses después todo eso quedaría reflejado en un libro: «Es mi hija»
El último dibujo que con toda la ilusión del mundo me hizo. Un cocodrilo…